martes, 24 de febrero de 2015

Club de Balonmano Fleba



Estos días de frío intenso en el medio del invierno nos hemos acercado a un grupo de niños y niñas, vecinos de Arroyo, que integran el club de balonmano Fleba, fundado este pasado verano. Esta es su historia.

Fleba es un club que nace como una escisión del Club Balonmano Arroyo. Discrepancias entre los coordinadores de cantera de dicho club y la junta directiva derivan en la creación de Fleba en Agosto de 2014. El ayuntamiento de Arroyo reparte las horas de sus instalaciones deportivas en Junio. Dado que en ese momento sólo había un club de balonmano en la localidad, el Club Balonmano Arroyo, es éste el que resultó agraciado con el uso y disfrute del polideportivo municipal de la Flecha. Por contra, Fleba entrena en la pista cubierta del colegio Kantica de Sotoverde.

Como solemos decir, hasta aquí los hechos, puros y duros. Ahora viene la miga:

El ayuntamiento de Arroyo aprueba en Noviembre de 2009 la Resolución administrativa 1541/2009 por la que condiciona el uso y disfrute de las instalaciones deportivas del pueblo de forma gratuita, y el acceso a subvenciones en el caso de los clubes deportivos, al hecho de que tengan un 75% de miembros empadronados. Asimismo, exige que esta condición se prolongue en el tiempo para poder seguir disfrutando de ello. Es decir, que, en teoría, si un club quiere entrenar y competir en las instalaciones municipales y quiere recibir subvenciones del ayuntamiento, debe de tener tres de cada cuatro integrantes empadronados en Arroyo.

La realidad es que el ayuntamiento no sabe si las plantillas de los clubes están empadronadas o no. Aunque redactó la norma, no vigila su cumplimiento. El asunto se torna dramático en el caso de los clubes de balonmano. Se da el caso de que la primera plantilla del Club Balonmano Arroyo, así como los dos equipos provinciales, compuestos todos por adultos, en su gran mayoría vecinos de otros municipios, entrenan resguardados en el polideportivo municipal a salvo de las inclemencias meteorológicas, disponen de multitud de horarios para su actividad, cuando terminan se dan la preceptiva ducha de agua caliente y salen por la puerta como unos señores camino de su residencia habitual que, como decimos, en su inmensa mayoría está fuera de Arroyo. Es decir, los vecinos de Arroyo cedemos la instalación y pagamos luz y agua.

Mientras esto sucede, se da la inmensa paradoja de que entre esos paganos que son los vecinos de Arroyo, se encuentran los padres de un grupo de niños de 5 a 11 años que entrenan a la intemperie en la pista cubierta del Kantica, expuestos al frío, al viento y con un charco que se genera cuando llueve y que ocupa la mitad de la pista impidiéndoles utilizar esa zona para entrenar. ¿Consecuencias?: ola de catarros que ha hecho que muchos padres tomen la decisión de que sus niños no entrenen y vayan sólo a jugar los partidos. Aún así, el Fleba tiene a todos sus equipos, un benjamín y dos alevines, en la parte alta de sus respectivas clasificaciones. ¿Curioso no?. Pues siendo sinceros tiene poco de curiosidad, y mucho de trabajo, esfuerzo y sacrificio, de niños, padres y entrenadores.


¿Que explicación tiene esto? Pues es bastante sencillo. Hace un año sólo había un club, el Club Balonmano Arroyo. Con la cantera plagada de chavales del pueblo y los equipos de adultos constituidos fundamentalmente por foráneos. El club cumplía las exigencias de empadronamiento del ayuntamiento con los chavales, y el primer equipo iba paseando por esos mundos de Dios el buen nombre de este, nuestro municipio, para mayor orgullo de los políticos de turno. En esas condiciones el club se presenta al reparto de horarios en Junio y coge horas en el polideportivo para que todos sus equipos puedan entrenar. Pero hete aquí que surge el enfrentamiento entre los coordinadores de cantera y la junta directiva (que está compuesta en su totalidad por jugadores del primer equipo y, hasta donde sabemos, no residentes en Arroyo). De ese enfrentamiento se parte el club en dos, con la mayoría de la cantera por un lado, y con los equipos de adultos y el resto de la cantera por el otro. El resultado de todo esto es que, a día de hoy, el Club Balonmano Arroyo dispone de los horarios que le adjudicaron cuando todos los miembros del Fleba formaban parte de su estructura, es decir, le sobran horas de polideportivo, y mientras tanto los niños que aportaron para acceder a ese reparto están chupando frío en Sotoverde.

Y el ayuntamiento, mientras tanto, ¿Que hace? Pues de momento lleva seis meses mirando para otro lado. No solamente no controla el cumplimiento de la normativa que redactó referente a la necesidad de estar empadronado para disfrutar del polideportivo, normativa que el Club Balonmano Arroyo no cumple, sino que no es capaz de dar solución alguna a los niños del Fleba.

Probablemente este sea un problema que afecte a un número reducido de ciudadanos, estamos hablando de alrededor de cuarenta niños, pero muestra bien a las claras, no solamente la ineficacia y la incapacidad de unos gestores públicos a la hora de solucionar los problemas de sus administrados, sino, lo que es mucho mas grave, los criterios de amiguismo y simpatía por los que se rige en muchos casos la gestión municipal.

¿Y tú? Algún día te tocará. ¿quieres seguir tragando?

Toma aire.